La extraordinaria ubicación en la calle Almirante del elegante barrio de Justicia de Madrid caracteriza este edificio de principios del siglo XX.
La tipología de piso con frente de balcones hacia la calle y gran fondo, iluminado a través de patios, fue en su día muy empleada en viviendas de todo tipo en esta ciudad. Cuando éstas alcanzan dimensiones más grandes se crean largos recorridos de pasillo necesarios para comunicar ambos extremos de la casa.
Controlar y reducir los recorridos dentro de la vivienda fue desde el principio parte fundamental de la propuesta; para ello, se conectan unas estancias con otras a través de circulaciones alternativas al pasillo rompiendo así su linealidad.
Las salas de estar, comunicadas todas ellas y próximas al acceso, se organizan junto al frente a la calle, mientras que los dormitorios se sitúan alrededor de los patios.
El dormitorio de los niños se convierte en una gran sala situada en el centro de la casa, área de transición entre la zona pública y la privada mediante la estantería que la independiza.
Se han empleado materiales y acabados neutros con puntuales toque de color que dejen el protagonismo a los elementos originales que se han podido mantener como son los pavimentos, radiadores y molduras de escayola.
Las diferentes piezas de mobiliario, perteneciente a viviendas anteriores y a herencias de la familia, encuentran su sitio completando la intervención y poniendo en alza su valor.
La primera visita que hicimos a la casa tuvo para nosotros un fuerte impacto; la abundante vegetación que asomaba sobre la valla hacía más sugerente su interior. Una vez dentro, se iban descubriendo uno tras otro los tres pabellones que conformaban la casa construidos en distintas épocas según iban creciendo las necesidades familiares.
Nos pareció, ya desde el principio, que había una fuerte conexión entre los clientes, a quienes conocimos poco antes y la casa que acababan de adquirir. Nuestra propuesta se basó fundamentalmente en tratar de reforzar ese vínculo, en mantener el carácter que, en nuestra opinión, compartían.
Se trata de una intervención heterogénea, con diversas actuaciones en distintas áreas que fueron incrementándose durante la obra participando de algún modo en la continua evolución de la casa desde su primer pabellón construido.
El núcleo estancial de la casa se encuentra en el pabellón central, abriéndose al jardín frontal y patio trasero. A ambos lados del mismo, se sitúan dos pabellones menores parcialmente dedicados a sala de ensayo de música y despacho, respectivos espacios de trabajo para los padres.
Los dormitorios situados en las plantas superiores de los distintos pabellones quedan comunicados a través de un puente que aporta diversión a los recorridos; a su vez, una escondida escalera desembarca en los dormitorios de las niñas desde la sala de música situada dos plantas bajo ellos.
Los espacios exteriores recubiertos con piezas de barro acaban por amarrar la casa al terreno en el sentido más conceptual.
Resulta así una casa muy viva, tanto en el interior como en el exterior; una casa intensamente familiar en ese núcleo central y a la vez enormemente social; una casa donde es tan posible encontrarse con alguien tanto como aislarse en cualquiera de los distintos rincones de la misma.
El trabajo surge debido a la necesaria renovación de un piso de los años 80 para el uso exclusivo de dos personas mayores, a quienes su hijo quiso sorprender, casi a modo de regalo, con la renovación total del mismo para que se adaptara a sus actuales necesidades.
Ubicado en la octava planta de una torre del madrileño barrio de Moratalaz, el piso cuenta con dos frentes completos abiertos hacia la ciudad.
Con la premisa de facilitar el uso de la vivienda en cada decisión de proyecto, se propuso un núcleo central que organiza a su alrededor las circulaciones con acceso a las distintas estancias. Estos espacios de circulación alrededor del núcleo son iluminados a través de distintos mecanismos conectándolos de este modo con el exterior.
El dormitorio principal se sitúa junto al estar y conectado visualmente con el mismo mientras que el dormitorio de invitados y de la persona encargada de los trabajos de la casa mantienen cierta independencia con respecto a estos espacios.
Se pretende por tanto una propuesta sencilla, luminosa y abierta a la ciudad, mejorando así las condiciones de las personas mayores de las que se espera pasen allí gran parte de su día a día.
La transformación de un de un loft convencional en un espacio adecuado para la vida, el trabajo y las aficiones diarias de un músico y director de cine, fueron la premisas sobre la que se organizó la propuesta. El necesario acondicionamiento acústico del espacio dota a este ámbito de un silencioso e introvertido carácter otorgando a la propuesta su principal sentido.
El nivel de acceso, más abierto y flexible, queda cualificado sólo por ciertos elementos de apoyo tales como la cocina, el aseo, la escalera y una gran estantería, ubicados todos ellos en el perímetro. Una sólida puerta insonorizada da acceso a la planta del dormitorio que comparte espacio con el piano y desde donde se obtienen unas largas vistas sobre la ciudad.
Paneles de madera de grandes dimensiones revisten suelo y parcialmente los paramentos. La escalera que asciende hacia el dormitorio se reviste de moqueta actuando como acondicionador acústico.
Ambos materiales, empleados habitualmente en las cajas de los instrumentos musicales, colaboran a generar el espacio intimo de trabajo que se persiguió.
En una parcela ubicada en el compacto centro urbano de Abanilla, pequeño pueblo de la provincia de Murcia, se nos pide proyectar una “casa de fines de semana”. La casa estará formada por tres viviendas independientes pero interrelacionadas entre sí.
La vivienda principal destinada a los padres y situada en la primera planta, se plantea como una casa más del pueblo, con acceso directo desde el patio interior a través de una escalera que lo comunica directamente con la calle. Esta vivienda cuenta con diversos espacios comunes que acogerán gran parte de la vida familiar.
Sobre ella se sitúan dos viviendas cruzadas en sección para que ambas disfruten de las vistas hacia la calle y al espacio interior de parcela. Estas viviendas serán ocupadas por los hijos cuando sean mayores y puedan así disfrutar de su propia casa independiente pero vinculada a la gran casa familiar.
La geometría quebrada y el revestimiento pétreo del edificio tienen como objeto reflejar el oficio del padre de familia, cantero y entusiasta de su profesión, con la solidez que el material y el aparejo propuesto representan.
El encargo consiste en una vivienda que se ha de ubicar en una pequeña parcela resultante de la división en ocho partes iguales de una parcela mayor, situada en un singular barrio de Madrid en el que conviven viviendas de cierto tamaño y de reciente construcción con pequeños cobertizos habitados así desde hace décadas.
Las proporciones alargadas del solar obligan a adosar la casa a los lados largos produciéndose dos espacios exteriores de ingreso y fondo. La planta baja fuertemente conectada con esos espacios exteriores sirve de ligero basamento a los compactos volúmenes de la planta de dormitorios.
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La transparencia de la planta baja contribuye a descalzar visualmente la casa dejando los dormitorios flotando de alguna manera sobre la misma.
El encargo consiste en una vivienda unifamiliar situada en una parcela de fuerte pendiente y moderado tamaño, con excepcionales vistas de la sierra de Navacerrada en Madrid. El proyecto se desarrolla atendiendo a la pendiente natural del terreno y se posiciona en la parcela organizando y cualificando los espacios exteriores generados entre la construcción y los límites de la propiedad.
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A través de una escalera exterior de suave pendiente se comunica la parcela con una generosa terraza situada sobre la casa. Este espacio permite al tiempo el disfrute de las extraordinarias vistas y el desarrollo de actividades al aire libre tales como cocina, estar, baños de sol, ducha, etc., generando una fuerte continuidad espacial y de uso entre parcela, terraza y vivienda.
Debemos enfatizar, por tanto, el entendimiento de la casa como verdadera extensión de la parcela creando continuidad en uso y recorrido.
El volumen de la casa se incrementa de modo gradual: la altura en el frente de la calle de acceso es de una planta mientras que en el frente superior es de dos, debido a la superposición del estudio sobre el dormitorio principal. El volumen se integra de forma natural en la fuerte pendiente del terreno y produce un acceso a la casa de escala más humana, lo que genera cierta ambigüedad en su percepción desde los distintos puntos de vista hacia la casa.
Los materiales empleados en las fachadas son los tradicionalmente utilizados en la sierra de Madrid: paramentos blancos enfoscados y cubiertas de teja de pizarra negra. En nuestro caso la pizarra se utiliza en losas como fachada ventilada tanto en cubierta como en los frentes expuestos a la visión desde el exterior, a modo de caparazón protector, mientras que el interior privado queda enfoscado en color blanco respetando así la imagen en blanco y negro tradicional.
Para comunicar física y visualmente los espacios exteriores con los interiores la vivienda presenta un número suficiente de conexiones en busca de permeabilidad, lo que permite a su vez el máximo aprovechamiento de la parcela.
El encargo consiste en el proyecto de sendas viviendas para dos hermanos y sus respectivas familias. Se decide ubicar la construcción aprovechando un fuerte desnivel del terreno generado por el único talud existente en un paraje sensiblemente horizontal.
Esta diferencia de pendiente permite disponer usos equivalentes de cada una de las dos viviendas a diferente cota y orientación evitando así interferencias a pesar de la necesaria proximidad. La intención de compartir ciertos usos y la voluntad de separar otros, acabó siendo el principal objetivo a seguir a la hora de desarrollar el proyecto.
Las premisas iniciales del encargo resultaron verdaderamente sugerentes. Se trataba de organizar una generosa vivienda dotada de espacios expositivos para piezas de arte y antigüedades sobre una suave ladera que desciende hacia el curso de un pequeño cauce del árido entorno del paraje de Muzarra.
La bondad del clima permite pensar la vivienda como un sistema de relacionados espacios exteriores/interiores, cubiertos por bóvedas homotéticas de distinto tamaño según el uso que albergan. Estas plataformas y construcciones organizan el programa al tiempo que resuelven la pendiente de un extremo a otro de la parcela.
La casa se sitúa en una tranquila parcela en la urbanización Ciudad Santo Domingo, al norte de Madrid. Por economía de proyecto se decidió aprovechar el sótano de una vivienda existente que ocupaba el centro de la parcela, hecho determinante para la ubicación de la propuesta.
La nueva vivienda, mucho más extendida sobre la parcela que la compacta vivienda original, organiza con claridad la parcela en dos áreas: la primera y más representativa está volcada hacia el acceso. La segunda, volcada hacia el interior de la parcela, es más privada y de fragmentada volumetría y acoge actividades como piscina, pista de juegos, cama elástica, comedor exterior, huerto, etc. Podríamos hablar de dos caras de la misma casa.
La imagen que configura la cara representativa trata de evocar los cottage irlandeses buscando relacionar la propuesta con el origen de los clientes: en estas construcciones la quebrada cubierta actúa a modo de cobijo y tiene siempre gran protagonismo. La disposición de huecos de los volúmenes bajo la misma enmascara las dos plantas sobre rasante como si de una única planta se tratase, buscando una reducción de escala en la percepción de la casa.
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La mayor parte del programa de la vivienda se sitúa en la planta baja buscando una relación de continuidad con la parcela. En una cota inferior y ampliando el sótano de la vivienda existente se sitúan espacios de apoyo, un pequeño gimnasio y la zona de invitados. Al exterior, el espacio reservado para aparcamiento de vehículos. El dormitorio principal, dotado de un amplio vestidor y baño, ocupa la totalidad de la planta primera bajo la cubierta, que ampara en todos los sentidos al resto de la familia bajo ella.